domingo, 28 de junio de 2020

LA VIOLENCIA Y EL CRECIMIENTO PERSONAL

Estamos acostumbrados a identificar la violencia con golpes, gritos e insultos. No nos damos cuenta de las otras formas de violencia presentes en nuestras relaciones familiares, sentimentales y en nuestra sociedad.  Nos hemos acostumbrado tanto a ellas que muchas veces no podemos identificarlas como violencia; pero lo son. 



La forma en que tratamos a los demás cuando discutimos al creer tener la razón, la forma en la que hablamos y lo que decimos cuando nos sentimos heridos, dolidos, ofendidos o molestos. Hemos normalizado tanto los malos tratos en nuestras relaciones y en nuestra cultura, que ya ni cuenta nos damos muchas veces de que están allí. Transformar la forma de comunicarnos, de expresar nuestras emociones, de reaccionar y en definitiva de actuar, hacia una forma en la que prive el respeto, el entendimiento, la empatía (no solo a tus propias emociones y forma de pensar, sino también hacia las de los demás), es para mí uno de los desafíos más actuales de la humanidad para poder evolucionar y progresar. 


Desterrar la violencia en la que hemos estado inmersos, con la que hemos crecido y con la que hemos sido criados, es un reto que requiere un examen de conciencia. Como bien lo decía Einstein, no podemos pretender cambiar algo, desde el mismo estado mental con el que lo hemos creado. No podemos aspirar resultados distintos, haciendo siempre las mismas cosas que crearon el resultado que queremos cambiar. Solo cuando logremos superar este desafío en lo individual, podremos verlo reflejado en lo colectivo. 


Pero ¿cómo podemos identificar y dejar de normalizar nuestras propias expresiones de violencia? Sólo pregúntate: ¿cómo te sientes al expresarlo?, ¿cómo crees que puede sentirse la otra persona?, ¿cómo te sentirías si recibieras tú esa respuesta?, ¿qué crees que aportará tu acción, tu reacción o tu verbo a la relación, a la solución?, y en definitiva, ¿estás irradiando amor, respeto, tolerancia y comprensión o estás expresando rabia, intolerancia? 




Muchos estamos tan identificados con ciertas formas de violencia, que el solo hecho de pensar en cambiarlas, nos hace sentir que perdemos nuestra identidad. Debemos dejar de identificarnos con cualquier forma de violencia, como individuos y como sociedad. Ciertamente a muchos nos cuesta afrontar los cambios, pero algo que he aprendido es que no hay nada más inmutable en el universo que el cambio y que resistirnos a él, no hace más que generar sufrimiento. No somos lo que pensamos, no somos nuestros actos o acciones, somos mucho más que eso, somos conciencia y nuestros actos y pensamientos no hacen más que reflejar el estado de comunión que tenemos con esa conciencia. 


Cada familia, cada sociedad, cada cultura tiene sus formas de expresar esta violencia y no por formar parte de nuestra cotidianidad y de nuestras tradiciones, significa que estemos condenados a perpetuarlas. Este es justamente el reto para nuestro desarrollo y crecimiento. La violencia no es cultura y debe dejar de serlo. Nos urge construir relaciones y sociedades más pacíficas, respetuosas y tolerantes. La intolerancia debemos ejercerla hacia la violencia y sus distintas formas de manifestarse si realmente queremos manifestar un entorno más pacífico y armonioso. 



El maltrato, causar dolor y heridas físicas y emocionales a cualquier ser vivo, defenderlo basados en el entretenimiento, el deporte, las tradiciones o la cultura, no hace más que seguir enquistando la violencia en nuestros hábitos y seguir fomentando un ambiente de tolerancia hacia ella, enviando el delicado mensaje de que existen muchas excusas para justificarla. Es nuestro momento, es hora de actuar y hacernos responsables. Somos creadores de nuestro propio destino, hagamos nuestra parte.